LA SOLEDAD

¿Cuál es el valor de la soledad?

1. Powys 2. Marías 3. 4.

Un asunto para reflexionar
¿Cuál es el valor de la soledad?

 

JOHN POWYS

La soledad como autoaislamiento

JohnPowysJohn Cowper Powys (1872-1963) fue un pensador, conferenciante, novelista, crítico literario y poeta británico. Nació en una familia con varios poetas y escritores, y estudió en la Universidad de Cambridge. A mediados de los años veinte se trasladó a los Estados Unidos y se le conoció como un orador excepcionalmente carismático. Se relacionó con importantes intelectuales de su época y escribió ensayos filosóficos, así como novelas. Su primer libro exitoso que lo hizo famoso fue "El lobo solitario", una novela excepcionalmente intensa y poética. En 1934, a los sesenta años, regresó a Inglaterra y se trasladó a Gales, donde siguió escribiendo hasta su muerte.


Del capítulo 2: "El auto-aislado"

Cada ser humano está solo en el centro de su mente. Cuando nacemos lloramos, y ese llanto es el llanto de la soledad. Así es con los niños. Así es con los jóvenes a medida que van creciendo. Y cuanto más viejos nos hacemos, más solitarios nos sentimos. El consejo más inteligente que un alma puede dar a otra es aceptar esta ley de la naturaleza. Sí, debemos aceptarla, y no sólo aceptarla, sino también encontrar nuestra singular felicidad en ella.

Nuestro ego solitario está siempre enclaustrado por nuestro propio cuerpo, y muy a menudo por los cuerpos entrometidos y agresivos que nos rodean. La vida de nuestra alma depende cruelmente de nuestra salud corporal, de nuestras percepciones sensoriales agobiantes y exhaustas. Pero el hecho de que cada yo consciente posea un núcleo central, una fuerza unificadora, una identidad integral, el hecho de que nunca pierda el sentimiento de tal identidad, implica una constante renovación de nuestra soledad innata. Implica nuestro aislamiento inherente de la seguridad de nuestra vista, olfato, gusto, oído, tacto, y la abrumadora presión de otras personalidades. Porque este poder central no es sólo la mente, la psique, el yo, el ego - es también la fuerza motriz, la energía, la voluntad, el núcleo magnético de nuestra personalidad. […]

El yo está tan inmerso en el cuerpo que su principal actividad parece ser la de unificar y enfocar nuestras percepciones sensoriales. Y sin embargo, llegan momentos en los que este poder central dentro de nosotros parece retraerse en algunos niveles misteriosos y remotos de su propio ser, y sentimos que nos acercamos al umbral de posibilidades extrañas y sorprendentes.

Esto es sólo un sentimiento, pero representa un hecho incuestionable: El hecho de que poseemos un yo o ego centralizador y unificador, que es la fuerza motriz de todo lo que pensamos, o hacemos, o sentimos, o decimos. Y sea lo que sea que le esté pasando a nuestro cuerpo, este yo o ego, el "yo soy yo" consciente dentro de nosotros, está absolutamente solo. Está solo desde el primer momento de su conciencia de la vida hasta su último momento en el umbral de lo que puede ser su extinción final.

[…]

El aislamiento del yo nos da el hábito de contemplar en todo momento los amplios reinos de nuestro mundo. Nos permite sentir el viento del espacio exterior soplando sobre la superficie de nuestra tierra mientras viajamos con él a través del éter eterno. Le da una dignidad, una belleza, un alto y trágico significado a todo fenómeno de la vida mortal. Por todas partes destruye la falta de vitalidad. Por todas partes mata la rutina. En todas partes con una ternura natural y poética afecta las condiciones finales de nuestra existencia en esta tierra.

Powys Soledad JovenesLas personas pueden tener mejillas sonrosadas, ojos brillantes, risas alegres, mientras buscan el placer en sus grupos y en sus multitudes; pero sólo en la soledad pueden llegar a conocer la felicidad que es como el deleite que los niños obtienen de la nada.

Hay muchos pensadores modernos que enfatizan la dependencia del individuo de la sociedad. Pero lo cierto es que sólo el cultivo de la soledad interior, cuando estamos entre multitudes, hace que la sociedad sea tolerable.

Aquellos que viven en soledad interior no pueden ser reconocidos cuando van de aquí para allá entre otros. No los puedes reconocer en los coches de la calle, en los trenes, en las aceras, en los metros, en las tiendas, en las oficinas, en las fábricas, en los teatros, en los cines, en los almacenes. Pero su fuerza de voluntad vive tercamente en sus almas. Su irónico desapego no puede ser violado.

[…]

Sólo cuando el alma está sola puede la magia del universo fluir a través de ella. El alma necesita silencio para escuchar los susurros de los largos siglos, para sentir el misterio de la evolución cósmica. Puede alcanzar este silencio en la más desenfrenada algarabía de la ciudad más concurrida. Los gritos y ruidos materiales no pueden interferir con él. Lo que destruye este silencio son los pensamientos comunes de la multitud, los pensamientos burdos que son no-pensamientos. La vida está llena de misteriosas presencias que viajan de aquí para allá, presencias que son como las de un dios. Pero estas presencias sólo pueden ser atrapadas en sus viajes en el aire por mentes que han aprendido el secreto de estar solas. Para conversar con los dioses debes convertirte en un dios. Y esto significa que debes cultivar la soledad.

JULIÁN MARÍAS

La soledad como una forma de "convivir"

julian mariasJulián Marías (1914-2005) fue un filósofo español, estudiante de Ortega y Gasset, y un gran pensador de la llamada Escuela de Madrid. La Guerra Civil Española interrumpió sus estudios de filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, y después de la guerra su tesis doctoral fue rechazada por su crítica al dictador Franco. Fue encarcelado durante varios meses, y fue liberado gracias a la intervención de varias figuras públicas. Sin embargo, se le prohibió enseñar durante más de 30 años. Como resultado, visitó EE.UU. varias veces donde dio cursos de filosofía en importantes universidades. También fundó, junto con su maestro Ortega y Gasset, el Instituto de Humanidades.

La filosofía de Marías se centra en situaciones de la vida real. El fundamento de la filosofía, para él, es la vida real de los seres humanos, y la filosofía investiga y sistematiza la raíz de la existencia humana tal como se vive en situaciones reales.

Los siguientes pasajes están tomados del capítulo 7 del libro de Marías Razón y Vida. Una Introducción a la Filosofía (1956). Aquí Marías argumenta que una característica fundamental de la vida humana es "convivir": Los seres humanos no son átomos individuales, sino que están esencialmente "con" otros seres humanos. Incluso cuando estoy en soledad, estoy "con" otros, estoy con su ausencia. En cambio, una piedra o una silla no pueden estar "con" otras cosas, y no pueden estar en soledad. Por lo tanto, la soledad es una forma de "convivencia" – la convivencia estando SÓLO DE ALGUIEN.

Vivir es, para el ser humano, a la vez, estar en el mundo y convivir: Dos modos esenciales de "ser con". Esto significa que el “mundo” de una persona - en el sentido más profundo del término - es doble: naturaleza y sociedad. Pero no basta con decir que mi circunstancia incluye, junto a las "cosas" también a otros entes que son los seres humanos, porque en ese sentido los seres humanos son también parte de la naturaleza. Lo decisivo es que estas personas funcionan, como centros de otras vidas, de cuyas circunstancias yo también formo parte.

Es decir, yo encuentro en mi circunstancia desde luego y originariamente a otras personas, que también me encuentran a mí, y que, como yo con ellos, cuentan conmigo. Por tanto, yo cuento con ellos de un modo peculiar, que incluye su contar conmigo. Por esto nuestra recíproca conducta se orienta de modo distinto de cuando me relaciono con las "cosas", porque, si bien yo estoy con las cosas, las cosas no están, estrictamente hablando, conmigo. Por eso les falta, aun en el más inmediato contacto, esa “proximidad” que hace que las otras personas sean para mí "prójimos”.

Soledad MariasEsta situación, que va mucho más allá de la mera coexistencia, es lo que llamamos CONVIVIR. [...] La convivencia no es nada agregado a la vida del individuo, sino uno de sus modos originarios, tanto como su localización en el espacio, su temporalidad, o su inmersión en su entorno físico. Uno podría objetar que una persona puede estar sola, pero aparte de que en rigor no es verdad, esto prueba el carácter esencial de la convivencia; porque únicamente puede estar “sólo” un ente cuyo ser consiste en estar acompañado. Una piedra no está ni puede estar sola. La soledad no es una verdadera "propiedad" o "cualidad" real; estar solo no es como estar sentado, o estar cansado, o estar dormido. Estar solo quiere decir ESTAR SOLO DE ALGUIEN. La soledad es un modo de vivir con los demás, en el modo concreto de la ausencia, y es, por lo tanto, efectiva privación. Para usar una paradoja: necesito de los demás para estar solo… de ellos.

Pero en este punto debemos ser muy cautelosos porque podemos caer en una serie de errores, sobre todo, dos. El primero de ellos sería creer que la convivencia es algo secundario al vivir individual, de suerte que los individuos, existentes cada uno por sí, se reúnen o “asocian” para realizar algún fin. En este caso, la convivencia sería derivada y perfectamente reductible a la realidad humana individual.

[…]

El hecho es que la vida humana, una de cuyas dimensiones es el convivir, tiene dos posibilidades dentro de la convivencia: la soledad y la compañía. En ambas aparecen “los otros”, en formas distintas: como presentes o como ausentes: Estoy con los otros, o solo de los otros. Pero como, en última instancia, mi vida es MÍA - es lo que hago yo y lo que me pasa a mí, y insustituiblemente y sin que nadie pueda reemplazarme ni compartir conmigo ese hacer, que es decidir lo que voy a ser en cada instante. La raíz más profunda de mi vida es la soledad. Y toda compañía es, en más bien un esfuerzo – que culmina en la amistad, en el amor – por compartir dos soledades.

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