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LA OTRA PERSONA
¿Qué significa encontrarse con alguien?
Ortega
Buber
Levinas
Marcel
Picard
Un tema para la reflexión:¿Qué significa encontrarse con alguien?
Estoy sólo en la habitación. Hay una mesa y dos sillas, y una pintura en la pared - pero estos objetos no interrumpen mi estar-sólo. Incluso con estos objetos yo sigo estando sólo. Yo soy yo, y nada más.
De pronto alguien entra a a habitación, y ya no sigo estando sólo. ahora me siento diferente.
¿Qué pasó? ¿Qué me ha hecho ese "alguien", que no pudieron hacer ni la mesa, ni las sillas, ni la pintura?¿Me ha cambiado?
Ahora estoy con alguien, y sus presencia me ofrece nuevas posibilidades: Puedo bromear con él, puedo pelearme, puedo ser envidioso, sentir compasión o avergonzarme o ser amoroso. ¿Qué significa ese "alguien"?
MARTIN BUBER
Yo-Eso y Yo-Tú
Martin Buber (1878-1965) fue un filósofo judío israelí, escritor y activista del sionismo cultural. Nació en Austria, se convirtió en profesor en Frankfurt. Pero ante el creciente nazismo, partió hacia Israel (entonces Palestina, bajo mandato británico). Escribió sobre el jasidismo y el misticismo, pero es mejor conocido por su filosofía dialógica, que comprende a los seres humanos en términos de sus relaciones interpersonales.
Los siguientes pasajes son adoptados de la Parte I del libro filosófico-poético de Buber Yo y Tú (I and Thou - "Thou" en inglés significa "tú" en singular). El punto de partida de Buber es la idea de que los seres humanos no son átomos independientes. Un ser humano es una persona en relación. Las relaciones son lo primero: con los demás, con los animales y las plantas, con las ideas y las obras de arte, con Dios.
Buber distingue dos tipos fundamentales de relaciones: las relaciones Yo-Eso (o Ello) y las relaciones Yo-Tú. En las relaciones Yo-Eso, considero a alguien como un objeto, como un "eso". El otro es un objeto para mí (objeto de pensamiento, objeto de interés, objeto de experiencia, de manipulación, de compasión, etc.). Por el contrario, en las relaciones Yo-Tú, me relaciono con alguien como un Tú. Estoy en con él, juntos - completamente, con todo mi ser, sin objetivaciones ni límites. Y como estoy definido por mis relaciones, soy diferente cuando estoy en Yo-Tú y cuando estoy en Yo-Eso.
Traducido de la versión en inglés de Agora por Tere García Ruiz.
El mundo tiene dos caras para el hombre, según su actitud doble. La actitud de un hombre es doble según las dos palabras que puede pronunciar. Las palabras básicas no son palabras sueltas, sino palabras en pares.
Una palabra básica es Yo-Tú.
La otra palabra básica es Yo-Eso, pero esta palabra básica no cambia, cuando el Eso es una persona, él o ella. Por lo tanto, el yo del hombre también es doble. Porque el Yo de Yo-Tú es diferente del Yo-Eso.
[...]
La palabra básica Yo-Tú solo se puede pronunciar con todo nuestro ser. La palabra básica de Yo-Eso nunca puede ser dicha con todo nuestro ser.
No hay un Yo por sí mismo, sino solo el Yo del Yo-Tú y el Yo del Yo-Eso.
[...]
Percibo algo. Siento algo. Imagino algo. Quiero algo. Siento algo. Pienso algo [...] Todo esto es la base del dominio del Eso. Pero el dominio del Tú tiene otra base.
Quien dice “Tú” no tiene algo que sea su objeto. Porque donde hay "algo" también hay otro algo. Cada Eso limita con otros Esos. El Eso es eso solo porque limita con otros esos. Pero donde está el Tú no hay algo. El Tú no tiene fronteras.
Quien diga “Tú” no tiene algo. Él no tiene nada. Pero está en relación.
[...]
Cuando me encuentro con un ser humano como mi Tú y le digo la palabra básica Yo-Tú, entonces él no es una cosa entre las cosas, y no consta de cosas.
Ya no es más un Él, o una Ella, limitados por otros Ellos y Ellas; un punto en la cuadrícula mundial de espacio y tiempo. Tampoco es una condición que pueda ser experimentada y descrita, una colección de determinadas cualidades. Sin vecinos y sin división, él es Tú y él llena el cielo. No es como si no hubiera nada, excepto por él; sino más bien que todo vive en su luz.
Así como una melodía no está hecha de tonos, y un poema no está hecho de palabras, y una estatua no está hecha de líneas (debo tirarla y desgarrarla para convertir la unidad en multiplicidad), lo mismo ocurre con un Tú. Puedo abstraer de él, el color de su cabello, o el color de su discurso, o el color de su bondad. Puedo hacer esto una y otra vez, pero inmediatamente él ya deja de ser Tú.
[...]
No experimento a la persona que llamo Tú. Sino que estoy en relación con él, en la sagrada palabra básica de Tú. Solo cuando salgo de esto, lo experimento nuevamente. La experiencia es una distancia del Tú.
[...]
La relación con el Tú no está mediada por nada. Nada conceptual se interpone entre Yo y Tú, ningún conocimiento previo, ninguna imaginación. Y la memoria misma cambia a medida que pasa de la particularidad a la totalidad. Ningún propósito interviene entre el Yo y el Tú, ninguna ambición ni expectativa.
[...]
Sin Eso, un ser humano no puede vivir. Pero quien viva solo con Eso no es humano.
EMMANUEL LEVINAS
El rostro del otro
Emmanuel Levinas (1906-1995) fue un filósofo judío francés. Creció en Lituania y recibió una educación judía, y se mudó a Francia para estudiar filosofía en 1924. Reclutado por los militares franceses, pasó la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial como prisionero de guerra en Alemania, y como prisionero judío experimentó considerables penurias. Después de la guerra continuó enseñando y escribiendo sobre el pensamiento judío y sobre filosofía. En la década de 1950 comenzó a ser considerado uno de los grandes pensadores de la filosofía francesa.
Los siguientes pasajes están adaptados del ensayo de Levinas "La ética como filosofía primera". (Algunas oraciones han sido simplificadas debido al estilo complejo de Levinas). Este texto expresa un tema central en la filosofía de Levinas: que la ética es lo primero, antes que cualquier metafísica objetiva o teoría del conocimiento.
Para Levinas, la otra persona no es un objeto, y no puede ser conocido. Él es una otredad, una alteridad. El encuentro con el Otro viene incluso antes de cualquier conocimiento filosófico, incluso antes de la autoconciencia o de la conciencia de. Es el punto de partida de la filosofía.
El Otro aparece ante mí a través de su rostro, y el rostro está expuesto, desnudo, vulnerable. Este rostro vulnerable es una llamada para mí: "¡No me mates!" En este sentido, la muerte potencial del Otro aparece en su rostro. Por lo tanto, el rostro es una demanda ética que está dirigida a mí. Yo soy responsable del otro, incondicionalmente responsable. Y esta responsabilidad infinita tiene un rastro de infinidad, en otras palabras, de Dios y su mandato ético.Traducido de la versión en inglés de Agora por Alejandro Rodriguez Martínez.
En mis ensayos filosóficos he hablado mucho sobre la cara del Otro como el comienzo de todo lo que puede ser experimentado. ¿Puedo ahora describir brevemente cómo el rostro irrumpe en el mundo fenoménico de las apariencias?
La proximidad del otro es el significado de su rostro. Y este significado va más allá de las formas que intentan cubrir el rostro como una máscara que está presente a la percepción. Pero el rostro siempre aparece a través de estas formas. Antes de cualquier expresión particular, y bajo todas las expresiones particulares que cubren y protegen al Otro con un rostro o una expresión, hay desnudez e indigencia. En otras palabras: exposición extrema, indefensión, vulnerabilidad. [...] Desde el principio hay en el rostro una exposición a la muerte invisible, a un misterioso abandono. Más allá de la visibilidad de lo que sea que se vea, y antes de cualquier conocimiento sobre la muerte, hay mortalidad en el Otro.
[...]
Pero, en su mortalidad, el rostro frente a mí me convoca, me llama, me suplica, como si la muerte que debe ser enfrentada por el Otro fuera asunto mío. Es como si esta muerte invisible, que no es notada por el Otro, ya estuviera "siendo asunto mío" antes de enfrentarse am mí, y convertirse en la muerte que me mira a la cara. La muerte del otro hombre me cuestiona, como si, a través de la indiferencia que yo pudiera mostrar en el futuro, fuera yo un colaborador de la muerte a la que el Otro está expuesto. Y como si tuviera que justificarme por la muerte del Otro, y acompañar al Otro en su soledad mortal. El Otro se convierte en mi prójimo precisamente por la forma en que su rostro me convoca, me llama, y así me recuerda mi responsabilidad, y me cuestiona.
Responsabilidad por el Otro, por el rostro desnudo del primer individuo que aparece. Una responsabilidad que va más allá de lo que le hice o no le hice al Otro, como si estuviera comprometido con el otro hombre antes de estar comprometido conmigo mismo. O más precisamente, como si tuviera que justificarme por la muerte del Otro incluso antes de ser. Una responsabilidad sin culpa, en la que, no obstante, estoy abierto a una acusación de la cual ninguna excusa pudiese liberarme. [...] Una responsabilidad que viene de un tiempo anterior a mi libertad, anterior a mi comienzo, anterior a cualquier presente. [...] La responsabilidad por mi prójimo proviene de un pasado que nunca estuvo presente, y que es más antiguo que cualquier conciencia de. Una responsabilidad por mi prójimo, por el otro hombre, por el extranjero o residente [en las palabras de la Biblia], que no se debe a nada en la ontología del mundo – no se debe a nada en el orden de las cosas, del “algo”, del “número”, o de la “causalidad”.
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