EL YO

¿Quién soy yo?

Descartes Hume  Stirner Merleau-Ponty

Un tema para la reflexión:
¿QUIÉN SOY YO?

 

Self Manwithheadinhands- Soy un hombre con suerte. Gozo de buena salud, tengo una personalidad estable y una mente bastante aguda. Incluso tengo un bonito nombre ¿no te parece?

-  Y buenos genes también. 

- Definitivamente. Podría haber nacido con un cuerpo débil, o con una personalidad confundida,o sin talento o con un nombre estúpido.

- Efectivamente. Pero dime: ¿quién es ese afortunado "yo" que tiene todos estos maravillosos dones?

- Yo, claro. Este es mí cuerpo, mi personalidad es mía, mis talentos son míos, mi nombre es mío. Soy el dueño de todas estas cosas.

- ¿Pero quién es ese dueño?¿Quién es ese "yo"? Si no es tu cuerpo, ni tu psicología o talentos, ni siquiera es tu ADN o tu nombre, entonces quién es ese él?

-  Yo soy yo. Puedo sentirme a mí mismo dentro de mí. ¡Sé quién soy, aunque no pueda verlo, ni tocarlo, ni definirlo en palabras!

- Eres una cosa muy misteriosa entonces. ¿Es posible acaso que otras personas puedan llegar a conocerte alguna vez?

 


RENÉ DESCARTES

Soy una cosa que piensa

DescartesRené Descartes (1596-1650), un importante filósofo francés, matemático y científico. Es considerado el padre de la filosofía moderna. Bajo su influencia, la filosofía se centró en la epistemología (el estudio del conocimiento) durante tres siglos. La pregunta "¿Qué es lo que realmente sé?" Se convirtió en un punto de partida para muchas filosofías posteriores a la suya. Especialmente influyente fueron su idea de que el conocimiento del yo es la base de todo otro conocimiento, la búsqueda de la base del conocimiento (fundacionalismo) y el problema mente-cuerpo en su forma moderna. También produjo trabajos importantes en matemáticas, geometría y ciencia.

Cuando era joven Descartes estudió leyes; luego decidió convertirse en oficial militar profesional. Mientras estudiaba ingeniería militar, estudió matemáticas y ciencias, y comenzó a pensar en un método para el conocimiento científico. Luego dejó el ejército y continuó estudiando en varios lugares de Europa, conociendo y en intercambio epistolar con importantes académicos y ejerciendo la docencia. Publicó obras en matemáticas y filosofía, algunas de las cuales desagradaron a las autoridades religiosas. En 1649 fue invitado por la reina Cristina de Suecia, y comenzó a dictarle clases en la madrugada, en un clima frío. Pronto contrajo neumonía y murió.

Los siguientes pasajes están adaptados del libro de Descartes, Meditaciones sobre Filosofía Prima (1641). En este libro, compuesto por seis "meditaciones" o capítulos, busca una base para todo conocimiento. Empieza por negarse a creer en algo que no es completamente cierto, incluyendo su memoria, su creencia de que los objetos que ve a su alrededor realmente existen, y que tiene un cuerpo humano (podría estar soñando, o estar siendo engañado por un malvado embaucador).En la segunda meditación, descubre que lo único que sabe con certeza es que él mismo existe. Pero dado que su cuerpo aún está en duda, concluye que él es un ser pensante.

Sobre la base de este conocimiento, Descartes construye, en meditaciones posteriores, otras piezas de conocimiento: que Dios existe, que el mundo material fuera de él existe, y la naturaleza de los objetos materiales y del alma.

 Traducido de la versión en inglés de Agora por Tere García Ruiz.

 

De la SEGUNDA MEDITACIÓN
DescartesPadre e hijoLas meditaciones de ayer llenaron mi mente con tantas dudas que ya no puedo olvidarlas. Y, sin embargo, no veo cómo puedo resolverlas. [...] Continuaré dejando de lado todo lo que puedo dudar con la menor duda, como si fuera absolutamente falso. Y seguiré este camino hasta que encuentre algo que sea cierto, o al menos, si no puedo hacer nada más, hasta que sepa con certeza que no hay nada en el mundo que sea cierto. 

[...]

Supongo, entonces, que todas las cosas que veo son falsas. Me estoy persuadiendo de que mi memoria es falsa, y que nada de lo que me presenta ha existido alguna vez. Considero que no tengo verdaderas percepciones. Me imagino ese cuerpo, figura, extensión, movimiento y lugar: todo esto son solo ficciones de mi mente. Entonces, ¿qué puedo considerar real? 

[...]

Pero yo mismo, ¿soy al menos algo? Ya he negado que tengo percepciones ni cuerpo. Sin embargo, lo dudo, porque, ¿qué sigue de ello? ¿Dependo tanto del cuerpo y de las percepciones que no puedo existir sin ellos? Pero estaba persuadido de que no hay nada en el mundo entero, que no existe el cielo, ni la tierra, que no hay mentes ni cuerpos, ¿acaso no estaba convencido igualmente de que yo no existo? No, de ningún modo. Ciertamente existo, ya que me persuadí de algo. Tal vez haya un embaucador, muy poderoso y muy astuto, que siempre usa su astucia para engañarme - pero he allí, fuera de dudas, existo incluso si me engaña. Deja que me engañe todo lo que quiera, él nunca podrá convertirme en nada mientras yo piense que soy algo. Por lo tanto, después de reflexionar bien y examinar todo cuidadosamente, debemos llegar a la conclusión definitiva de que esta afirmación, "Yo soy, yo existo", es necesariamente verdadera cada vez que la pronuncio o la pienso mentalmente.

Pero todavía no sé suficientemente qué es lo que soy yo, yo que estoy seguro de que soy.

[...] 

Yo soy, yo existo - eso es seguro. Pero, ¿con qué frecuencia? Solo cuando pienso. Porque es posible que si dejara de pensar por completo, dejara de existir. No admito ahora nada que no sea necesariamente cierto. Hablando con precisión, no soy más que una cosa que piensa. En otras palabras, soy una mente, o un alma, o una comprensión, o una razón, que son nociones cuyo significado yo no conocía previamente. Soy, sin embargo, una cosa real y existo realmente. Pero, ¿qué tipo de cosa? Acabo de dar la respuesta: soy una cosa que piensa. 

[...]

Pero, entonces, ¿qué soy? Una cosa que piensa. ¿Qué es una cosa que piensa? Es una cosa que duda, comprende, concibe, afirma, niega, quiere, rechaza y que también imagina y siente.

[...] 

Descartes AjedrecistasFinalmente, soy el que siente, en otras palabras, el que percibe ciertas cosas, como por los órganos de los sentidos, porque de hecho veo luz, escucho ruido, siento calor. Pero se dirá que estos fenómenos son falsos y que estoy soñando. Que así sea, de todos modos es cierto que me parece que veo luz, que me parece que escucho ruido, y que me parece que siento calor. Eso no puede ser falso. Hablando correctamente, esto, en mí, se llama sentimiento. Y hablando con precisión, es una forma de pensar. 

 


DAVID HUME

El YO como un conjunto de experiencias

HumeDavidDavid David Hume (1711-1776) fue una figura importante en la filosofía moderna, uno de los tres principales empíricos británicos del siglo XVIII (junto con John Locke y George Berkeley). Creció en Edimburgo, donde también estudió en la universidad. A la edad de 28 años, después de cuatro años de escribir, terminó su libro Tratado de la Naturaleza Humana, con la esperanza de ganar algo de dinero, ya que era bastante pobre. Desafortunadamente, el libro no fue bien recibido, aunque más tarde tuvo una inmensa influencia en la historia de la filosofía. Algunos textos adicionales que escribió tampoco tuvieron mucho éxito. Su segundo libro de filosofía, An Inquiry Concerning Human Understanding, fue un poco más exitoso. Continuó teniendo dificultades financieras y buscando trabajo y fuentes de ingresos. Sólo después de publicar sus seis volúmenes sobre la historia de Inglaterra tuvo éxito, y algunos de ellos se convirtieron en best sellers. Murió de cáncer a la edad de 65 años.

El siguiente texto está adaptado (en inglés simplificado en varios lugares) de la sección "Sobre la indentidad personal" en el primer libro de filosofía de David Hume "Tratado sobre la Naturaleza Humana" (Libro 1, Parte 4, sección 6). Aquí argumenta, contra Descartes y otros como él, que no hay entidad que sea el "yo". Si mi yo se supone que es una entidad que es simple (no hecha de partes), y que es estable y continua y preserva mi identidad personal a través del tiempo, entonces no existe tal cosa.

Según el enfoque empírico de Hume, toda idea inteligible debe provenir de "impresiones" - experiencias de color y forma, de sonido, tacto, frialdad, calor, dolor, placer, etc. Sin embargo, si miro a mi conciencia, no encuentro ninguna experiencia estable de mí mismo - ninguna impresión de nada estable, sólo una corriente de impresiones que cambian y se reemplazan mutuamente. Nuestra conciencia es un "teatro" sin observador, sin "dueño", sin "yo".

Entonces, ¿qué soy? Soy una corriente de experiencias, un paquete de "impresiones".


 De la SEGUNDA MEDITACIÓN

  Hay filósofos que imaginan que en todo momento estamos íntimamente conscientes de lo que llamamos nuestro "yo", que sentimos su existencia y continuidad, y que estamos seguros, más allá de cualquier necesidad de prueba, de su perfecta identidad y simplicidad.

  […]

  Desafortunadamente, todas estas afirmaciones son contrarias a la experiencia que se utiliza para apoyarlas, y no tenemos ninguna idea del yo tal y como lo explican. Porque, ¿de qué impresión podría derivarse esta idea? Esta pregunta es imposible de responder sin una contradicción y absurdo obvio, y sin embargo es una pregunta que debe ser respondida si queremos que la idea del yo sea clara e inteligible. Debe ser una impresión la que dé lugar a toda idea real. Pero el yo o la persona no es una impresión, sino algo a lo que se supone que se refieren varias impresiones e ideas. Si alguna impresión da lugar a la idea del yo, esa impresión debe continuar sin cambios a través de nuestras vidas, ya que se supone que el yo existe de esta manera. Pero no hay ninguna impresión que sea constante e inmutable. El dolor y el placer, la pena y la alegría, las pasiones y las sensaciones se suceden, y nunca existen todas al mismo tiempo. No puede, por lo tanto, ser de ninguna de estas impresiones, o de cualquier otra, que la idea del yo se deriva. Por consiguiente, no existe tal idea.

  […]

  Por mi parte, cuando entro más íntimamente en lo que yo llamo "yo mismo", siempre tropiezo con alguna percepción particular, de calor o frío, de luz o sombra, de amor o de odio, de dolor o de placer. Nunca me atrapo a mí mismo en ningún momento sin una percepción, y nunca puedo observar nada excepto la percepción. Si alguien, tras una seria y desprejuiciada reflexión, piensa que tiene una noción diferente de sí mismo, debo confesar que ya no puedo razonar con él. Todo lo que puedo permitirle es que tenga la misma razón que yo, y que seamos esencialmente diferentes en este aspecto. Tal vez perciba algo sencillo y continuado que él mismo llama, aunque estoy seguro de que no hay tal principio en mí.

  Pero dejando de lado a estos metafísicos, puedo decir del resto de la humanidad que no son más que un conjunto o una colección de percepciones diferentes, que se suceden con una rapidez inconcebible, y que están en un constante flujo y movimiento. Nuestros ojos no pueden girar en nuestras órbitas sin variar nuestras percepciones. Nuestro pensamiento es aún más variable que nuestra vista, y todos nuestros otros sentidos y facultades contribuyen a este cambio. No hay una sola fuerza del alma que permanezca inalterablemente igual, quizás incluso por un momento. La mente es una especie de teatro, donde varias percepciones aparecen una tras otra, pasan, vuelven a pasar, se deslizan y se mezclan en una infinita variedad de posiciones y situaciones. No hay simplicidad en ella en ningún momento, ni identidad en las diferencias, cualquiera que sea la tendencia natural que tengamos a imaginar esta simplicidad e identidad. La comparación con un teatro no debe engañarnos. Sólo la sucesión de percepciones constituye la mente.

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